Unión Polaca en Berisso
FLORIAN CZARNISZEWICZ REGRESA A POLONIA
La ciudad de Berisso vio a cientos de obreros polacos ir diariamente al frigorífico Armour. Uno de ellos era un hombre de ojos negros y mirada profunda que al regresar a su casa escribía por las noches y nos dejó “las páginas de la literatura polaca de inmigración más interesante que podamos leer. Florian Czarnyziewicz es mucho más que un hombre errante con nostalgia por una tierra que ya no existe, es también el viaje al mundo de los valores simples y claros: la fe, la caridad y el constante „esperar contra toda esperanza‟” (Rom 4,18)1
Florian nació en el año 1900 en la ciudad de Bobruisk, creció bajo el yugo ruso y aprendió el idioma polaco en las escuelas clandestinas que organizaban sacerdotes que creían en la necesidad de conservar y transmitir la cultura y los principios de la tradición polaca. Peleó contra los bolcheviques pero, al finalizar la guerra en 1921, la tierra por la que luchó quedó en manos de la URSS. Se trasladó a Vilnius donde trabajó en la Policía y realizó algunos breves estudios. En 1924, ya casado y con una niña, se dirigió a Trieste para tomar el vapor Atlanta que los dejó en el puerto de Buenos Aires el 2 de agosto de 1924. En la Oficina de Migraciones se presentó como carpintero.
Sus días en Berisso transcurrieron entre el rigor del trabajo en el frigorífico que acentuó su enfermedad pulmonar, la vida familiar, la escritura silenciosa y la vida comunitaria en la Unión de los Polacos. Allí trabajó incansablemente desde su llegada, ocupó todos los cargos, desde secretario a Presidente. Sus mayores preocupaciones estaban dadas por mantener el compromiso nacional y la unidad de los polacos en la nueva tierra, fortaleciendo los conocimientos del idioma a través de la Escuela. Su compromiso quedó plasmado en dos escrituras diferentes: su novela “Losy pasierbów” (El destino de los hijastros) en las que nos permite adentrarnos en sus vivencias berissenses y en las notas que publicó desde los años veinte en el diario Kurjer Polski de Buenos Aires. (1)
Una vez que obtuvo su jubilación, en 1956, se mudó a Villa Carlos Paz, donde el clima y el paisaje encantador del lago San Roque le prometían una vida mucho más serena y confortable, en medio de un paisaje que lo acercaba a sus recuerdos de la Polonia que había dejado hacía más de 30 años. Este cambio de lugar no le impidió estar en Berisso para celebrar su Cincuentenario, pues siempre resaltó la necesidad de mantener el compromiso con la comunidad polaca. Criticó duramente a quienes no recordaban su identidad y no apoyaban a las organizaciones polacas; les reprochaba haberse dedicado a sus vidas privadas y carreras laborales rompiendo con la cultura de origen, olvidando sus deberes de polaco.
Murió a los 64 años, el 18 de agosto de 1964. En su tumba, en el cementerio de Villa Carlos Paz, la colectividad polaca colocó una placa que lo define cabalmente:
“Florian Czarnyszewski: soldado, obrero, escritor y patriota polaco”
Descubrimiento de su obra
En cuanto a su obra literaria, no sabemos cuándo comenzó su creatividad, sólo conocemos que la noche era su único momento para sentarse a escribir. Nos dejó cuatro novelas: Nadberezyńcy (Buenos Aires,1942), Wicik Żywica (Buenos Aires,1953), Losy pasierbów (París,1958) y Chłopcy z Nowoszyszek (Londres, 1963).
En “Nadberezyncy”, que podríamos traducir como “Viviendo a orillas del río Berezina” encontramos elementos de la cultura y tradición polacas que siguen el camino y el espíritu de Adam Mickiewicz y de Henryk Sienkiewicz.
Czesław Miłosz, premio Nobel de Literatura 1980, le consagra unas líneas muy valiosas en su “Historia de la Literatura Polaca” (Fayard, París, 1968), en las que nos hace poner la mira en el riquísimo material antropológico y sociológico que encierra este libro que es un estudio penetrante de la pequeña nobleza terrateniente cuya vida, limitada a la región de la frontera oriental (Kresy) no ha evolucionado desde la época de Mickiewicz. El centro físico de la obra está constituido por la región de Smolarnia (cerca de Bobruisk), la casa familiar y los magníficos lugares circundantes: el campo, la pradera, los bosques. La historia de Kosic Walewski, Stas Balaszewicz y de Karusia Sokolowska se sitúa en un espacio geográfico que posee sus indicadores y puntos de orientación propios: los robles caídos, los claros de los bosques, los pantanos. El río Berezina corre por tierras polacas y no polacas constituyendo un límite natural y fundamental que separa el mundo íntimo de aquel que es hostil; como si marcara un intervalo entre el cielo y el infierno. El cuidado de las fincas exige grandes esfuerzos a los colonos que deben poner en juego mucha energía y resignación. Hay pocos campos verdaderamente útiles, los bosques son infranqueables y permanecen en estado virginal. Sin embargo, los propietarios logran transformar estas tierras salvajes en campos de cultivo. “Se puede decir que la versión polaca del Lejano Oeste se da en el Este”. (2) La domesticación de estas tierras constituyen el orgullo y la alegría de los granjeros. A esto se le suma un ethos militar que confirma esta actividad. Las descripciones entusiastas de la primavera que se aproxima tienen por objetivo unir en un ritmo armónico la creación de unidades militares polacas y el despertar de la naturaleza.
Czarnyszewicz, tal como lo hacía Mickiewicz, intentaba mantener el curso de los hechos delante de la derrota inevitable que se aprestaba a infligir la Historia (de acuerdo al Tratado de Riga esos territorios le serían quitados a Polonia). Sin embargo, la historia de la derrota fue relatada claramente en su otra novela, “Wicik Zywicy”, donde el héroe colectivo conjura los maleficios transformándose en un vagabundo. “Nadberezyncy” celebra la belleza polaca, asegura el poder de la fe en Polonia, y también hace sentir que esto ha sido olvidado, ya que el sueño por el que sus héroes derramaron su sangre aún no se ha hecho realidad. Czarnyszewicz sostiene, de todas maneras, que la gran fuerza del pueblo polaco es ser una nación que aunque haya perdido a sus antepasados, mantiene la conciencia de su singularidad y su ardiente fe.
Czarnyszewicz debe ser ubicado dentro de la llamada “literatura de la patria mítica” que exalta los valores de la región de la frontera oriental que era vivida como un lugar donde todos podían ser diferentes sin ser extranjeros. Una zona multiétnica y plurirreligiosa, donde diversas comunidades con sus costumbres y tradiciones variadas podían convivir apaciblemente pues ninguna de ellas ocupaba una posición dominante. La literatura que reflejaba ese mundo nos dejó muchísimas páginas que dieron cuenta del paisaje polaco, físico y psicológico, y aseguró la permanencia en el imaginario de estas tierras perdidas en la primera posguerra. Era una manera de mantener viva a la identidad polaca a pesar de los más de cien años que llevaban de ocupación rusa. Por eso hay pasajes con cierto humor para contar cómo se burlaban de algún oficial zarista o con mucho orgullo al relatar cómo se les enseñaba a los niños a escribir en polaco secretamente, o las impresionantes procesiones de Corpus Christi en Bobruisk.
Su obra es la historia de un gran amor por su Patria añorada y, como Pan Tadeusz, su lectura es necesaria para todos los polacos que quieran comprender a la nación polaca.
Acá lo llamaban Floriano, en Polonia están diciendo que es el Mickiewicz del siglo XX. Pasaron años, pasó el tiempo del exilio y de las prohibiciones en el bloque soviético y llegó el momento del descubrimiento de este hombre que nos dejó las más conmovedoras descripciones de los paisajes y sentimientos de la región de Kresy. La actual crítica literaria varsoviana dice que “en la prosa polaca no hay muchas novelas tan fascinantes como esta.”(3) Casi 70 años después de la primera edición de “Nadberezyńcy” es valorada y se reconoce que debe entrar en el canon de la literatura polaca del siglo XX. El libro fue publicado en Buenos Aires, en 1942, gracias al apoyo financiero de la comunidad polaca. Sin embargo, no era un momento en el que los polacos pudieran interesarse por los temas literarios, tenían problemas más graves y serios para resolver. De hecho, hasta su propia hija se había ido a la Guerra como voluntaria. Hay algunas versiones que cuentan que un millar de ejemplares llegaron a las manos de los soldados polacos acantonados en el Reino Unido, quienes lo leyeron con avidez y quese hizo popular entre ellos. Sin embargo, hubo que esperar a que finalizara la Segunda Guerra Mundial y a que París se convirtiera en un importantísimo centro cultural y político para los exiliados, aquellos hombres y mujeres que no podían atravesar la Cortina de Hierro. Entonces hombres como Michal Pawlikowski, Josef Czapski, Czeslaw Milosz y Jerzy Stempowski se entusiasmaron con su obra, ayudaron con sus críticas e influencias a la difusión de Czarnyszewicz en el exilio, puesto que en Polonia estaba absolutamente prohibido.
“Nadberezyńcy es la obra más destacada de Czarnyszewicz. Épica, medio aventurera, medio romántica, una historia sobre el destino dramático de los habitantes de los remansos de Polonia en las tierras entre el Berezyna y el Dnieper en los años 1911-1920. La Guerra y Paz de nuestras zonas fronterizas.”
(Michal Kryspin Pawlikowski)
“El libro de Czarnyszewicz es un imágen incomparable de las costumbres […]. Sencillez, precisión de términos, equilibrio entre la descripción y el diálogo caracterizan el libro y son el resultado de una manera muy simple de ver el mundo por el autor.”
(Czesław Miłosz, premio Nobel de Literatura)
“Czarnyszewicz saca sus fuerzas de la tierra del Berezyna, a la que nunca abandonaba en su imaginación, quedándose en este lado del océano. Eso no lo explica todo […], pero parece ser el secreto principal de su talento.”
(Jerzy Stempowski)
Así, en 1958 la editorial y librería Libella establecida en la Isla de San Luis, en París, para ser un puente literario entre los exiliados polacos y su cultura, le publica su “Losy pasierbów” con un prólogo de Jósef Czapski. Es un retrato de lo difícil que fue la vida de los inmigrantes polacos en Buenos Aires. En ella podemos conocer el destino de muchísimas familias polacas que debieron ganar su pan en las fábricas y frigoríficos de Berisso, es decir, en un mundo que les era totalmente desconocido, absolutamente diferente de su vida campesina. Radio Europa Libre la premia como una de las novelas del año junto al futuro premio Nobel, Czesław Miłosz, y a Herminia Naglerowa.
Sin embargo, Czarnyszewicz nunca llegó a ver a sus obras leídas en su país. Hubo que esperar al final de los años 80 para que Czarnyszwicz pudiera ser leído y discutido abiertamente en Polonia .
Inesperadamente, Florian Czarnyszewicz regresa a los estantes de las librerías polacas.En el año 2010 la editorial: Arcana publicó “Nadberezyńcy” y al año siguiente, LTW edita Wicik Żywica y en 2012 de Chłopcy z Nowoszyszek.
Sería fantástico que para recordar los cincuenta años de su partida pudiéramos leer “Losy pasierbów” y así conocer los avatares de los inmigrantes polacos en la ciudad Berisso y en su mundo laboral, duro, multiétnico, político y acogedor de todos.
Lic. Claudia Stefanetti Kojrowicz
(1) Maciag, Kazimie rz, Kresy, Arkadia i Atlantyda. Zeszyty Naukowe Uniwerytetu Rzeszowskiego. 72/2012
(2) Tomaszewski, Marek. Écrire la nature au XXe siècle : les romanciers polonais des confins. Lettres et Civilisations Slaves, Paris.
(3) Cieslik, Mariusz. Newsweek, 28.08.10